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Salario emocional, fideliza el talento

Salario emocional, clave para fidelizar el talento en esta nueva realidad.


Las empresas también invierten en la formación de sus empleados. Cuando se habla del trabajo ideal se tiende a pensar en uno en el que se cobre un buen sueldo y que, a su vez, permita la realización personal. Sin embargo, en los últimos años y, especialmente, con la crisis de la COVID-19, las prioridades han cambiado: el salario emocional, es decir, aquellos aspectos que van más allá de lo económico, como el horario, las facilidades para conciliar o la formación interna, cada vez tienen más peso a la hora de captar y retener talento, sobre todo, el más joven.


Pero ¿quiere esto decir que a las nuevas generaciones no les importa el dinero? La respuesta es "no", pero con matices.



El salario emocional hace referencia a todos aquellos elementos de carácter no económico que dependen del trabajo y que fomentan el bienestar personal. Existen varios factores importantes que pueden hacer que una persona se decante por un trabajo o por otro. Aunque parece que el salario siempre está en primera posición, lo cierto es que cada vez hay más personas que prefieren empresas en las que pueden crecer profesionalmente. Entre esos factores están las medidas en pro de la jornada flexible, el buen ambiente en la oficina, la capacidad de promocionar en la compañía o el reconocimiento profesional, pero hay uno que destaca entre el resto y que es común en la mayoría de los casos: la flexibilidad. Según Agustín Peralt, experto en efectividad laboral y autor del método FASE (Foco, Atención, Sistematización y Energía), "en la actualidad se están introduciendo grandes avances en materia de flexibilidad laboral como, por ejemplo, abandonar la cultura del presentismo y valorar a las personas realmente por la consecución de los objetivos".


Esto implica restar valor al tiempo que se emplea en la oficina y poner el foco en los resultados obtenidos. Este concepto no es nuevo pero cada vez está cogiendo más fuerza porque la sociedad ha cambiado y, precisamente, la crisis del coronavirus ha acelerado esta tendencia. Las nuevas generaciones, los Millennials y la Generación Z, son más dinámicas e idealistas. Personas nómadas que no se rigen únicamente por lo material, sino que definen sus vidas a través de experiencias. El mundo que les ha tocado vivir, con la crisis de 2008, el estallido de una nueva ha provocado que tengan unos valores que chocan con el concepto bajo el que se habían criado generaciones previas, como el de un trabajo para toda la vida, por ello, buscan empresas que estén en consonancia con sus valores. El experto apunta que la concepción del trabajo de los jóvenes va mucho más allá del sueldo porque tienen las ideas claras sobre lo que esperan que la compañía tenga en cuenta en relación al salario emocional, "valoran sentirse parte del proyecto y que, además, éste trascienda más allá de la organización apostando por valores solidarios, la flexibilidad y las posibilidades de conciliación reales".


Los jóvenes quieren realizarse, aprender de manera continua y tener una mayor autonomía y libertad de acción, sintiendo que sus superiores están sensibilizados con ellos. De esta manera se sienten parte de algo, entendiendo el trabajo como una acción donde las dos partes ganan.


El salario emocional en la era de la COVID-19


El salario emocional ha influido en las empresas, a través de la empatía, "las organizaciones que han sido capaces de trasladar una preocupación real y una sensibilidad por la salud y el estado de sus equipos han logrado incrementar el sentimiento de pertenencia y la percepción de que la organización los tiene en el centro de todo. Y, de hecho, lo han verbalizado desde su propio orgullo sobre cómo les han cuidado".


Estas nuevas formas de trabajo en remoto han podido producirse gracias a las nuevas tecnologías, que han sido las grandes aliadas. Además, casi sin darnos cuenta, ha mejorado la calidad de vida de muchas personas en materia de conciliación o simplemente en el aprovechamiento y la optimización del tiempo al ahorrarse los desplazamientos físicos del hogar al puesto de trabajo, tiempo que normalmente se destinaba al desplazamiento, "a las nuevas generaciones les ha llegado de manera repentina muchas de sus demandas en relación con los horarios flexibles. Han podido trabajar desde cualquier lugar ganando autonomía y empoderamiento. Lo que hubiera costado años lograr a nivel de salario emocional, se ha logrado en meses".


Desde el punto de vista de la empresa, el salario emocional también es beneficioso. No solo porque se ha convertido en el mejor elemento para atraer y retener talento, sino que, además, cuando un empleado se siente a gusto en una empresa es más proactivo y su trabajo se ejecuta mejor. La empresa ha de saber encontrar este equilibrio para tratar de fidelizar el talento y conseguir que sus empleados no se marchen. El salario emocional hace que todas las empresas puedan ser competitivas, porque cada una juega sus cartas de manera diferente potenciando lo mejor que tiene. El creador del método FASE asegura que "las compañías que no dispongan de las posibilidades económicas de las grandes empresas pueden ofrecer, a través del salario emocional, fórmulas creativas que les permitan fidelizar el talento y evitar fugas por cuestiones meramente de salario pagado".


El salario siempre seguirá siendo uno de los factores más importantes, pero debe existir una serie de retribuciones emocionales que rompan las barreras de lo estrictamente laboral.



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